Los hábitos nos apoyan en la vida cotidiana al automatizar nuestras acciones.
Nuestros movimientos diarios —caminar, sentarse y levantarse, comer, hablar y muchas cosas más— funcionan sin que tengamos que pensar en ellos. Esto nos ahorra mucho tiempo y energía.
Solo nos damos cuenta de ellos cuando nuestro cerebro envía un “mensaje de error en el movimiento”. Y no es para alegrarnos o agradecer que, durante años, quizá décadas, todo haya funcionado de manera armoniosa —casi como por arte de magia—, sino para quejarnos del estado actual.
Las disfunciones pueden aparecer debido al desgaste. Es un proceso completamente normal del envejecimiento, pero también pueden surgir por movimientos unilaterales o por sobrecarga.
¿Por qué no invertir un poco en uno mismo?
Intenta conectar conscientemente tu cerebro con tu cuerpo durante los movimientos cotidianos que normalmente realizas de forma automática.
¿Cómo te levantas de la cama por la mañana?
¿Usas la mandíbula por igual en ambos lados al comer?
¿Cómo te sientas en una silla —a qué altura, sobre qué superficie— y cómo te pones de pie?
¿Empiezas siempre tu primer paso con la misma pierna?
¿Varían la longitud de tu paso, tu cadencia, tu forma y tu peso al pisar?
¿Cómo fluye tu respiración?
¿Con qué frecuencia te sientes relajado (y quizá agradecido?) en esos momentos?
Tomar conciencia y variar ligeramente tus patrones de movimiento cada día puede ayudarte a mantener tus articulaciones más flexibles —e incluso mejorar tu estado de ánimo. Puede que hasta resulte contagioso. ;)
¿Qué dirán tus compañeros cuando te vean caminar hacia atrás en un momento y, en otro, de lado o dando saltitos?
Los niños se mueven de manera natural de la forma que mejor favorece un crecimiento sano. El balanceo en el sitio, muy típico de los más pequeños, ayuda por ejemplo a centrar la cadera. Imitarlos es, sin duda, recomendable.
Deja que tus piernas (y tu alma) cuelguen un rato.

Dejar las piernas colgando ayuda a aliviar las articulaciones de las rodillas y los tobillos, mejora la circulación sanguínea en las piernas y estimula nuevamente la formación del cartílago articular.
De camino, junto a una bonita pared de casa, un breve flow para las articulaciones y los músculos.
¿Cómo se siente para ti cuando…
…te sientas con el pecho abierto, colocando los pies uno detrás del otro en línea recta? ¿Y cuando colocas los pies en el orden inverso al levantarte?
…te sientas sobre un cojín duro o blando, o en diferentes sillas y a distintas alturas de asiento?
…te sientas largo y erguido, alineado desde la zona lumbar hasta la última vértebra de la cabeza?
Utiliza conscientemente tus músculos para apoyar tu esqueleto y tus articulaciones.
Quizá te apetezca respirar profundamente y cerrar los ojos para sentir la belleza y la fuerza de tu tronco interior — tu columna vertebral, tus músculos.
De viaje, de vacaciones, aquí en Saint-Tropez, doy a mis articulaciones — (incluido el lado izquierdo, por supuesto ;)— un momento de atención.
🌿 Flow relajante tumbado — para fortalecer y relajar
Este flow puede ayudarte a mantener tus articulaciones flexibles, fortalecer tu centro, estimular la digestión, relajar y tonificar los músculos del abdomen, los hombros y la espalda, y reducir el estrés.
Si lo deseas, cierra los ojos durante la práctica. Tu respiración marca el ritmo — puede reflejar cómo te sientes hoy: suave y tranquila, o potente y dinámica.
Puedes repetir cada movimiento, por ejemplo, tres veces, o dejarte guiar intuitivamente por tu cuerpo.
Estira el pie hacia adelante e inhala mientras levantas la pierna — estira las plantas de tus pies hacia el techo mientras exhalas al bajar la pierna.
Rodilla al pecho — movilización y relajación:
Acerca una rodilla al pecho mientras levantas y bajas suavemente la otra pierna. Este movimiento moviliza tus caderas y relaja la parte baja de la espalda.
Al exhalar, acerca ambas rodillas al pecho; al inhalar, extiende los brazos a los lados y las piernas hacia adelante.
Para finalizar, abraza las rodillas hacia el pecho y realiza círculos suaves con la parte baja de la espalda, luego con los hombros para liberar la parte superior de la espalda. Deja que tu respiración fluya suavemente por la nariz.
Termina el flow con unos minutos en la postura de relajación que elijas. Date esta pausa consciente de calma para regenerar cuerpo y mente. 🌿
Una postura estirada mientras saltas trae alegría de vivir y es especialmente buena para tus fascias. ¡Repite tanto como te apetezca!

¡Variar los movimientos cotidianos puede ser muy divertido!
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